Alguien que me quiere mucho me trajo esta playera de
El día de hoy mi querido amigo JGC me acompañó a las compras obligadas en la visita a la ciudad, pero lo primero que hicimos fue la búsqueda de "unos patines de hielo", así es estimados lectores, resulta que me enterqué un poco y estando por acá me dije:
Bueno, si me doy cuenta que me gusta patinar, ¿no sería bueno tener unos patines para hielo?
Entonces que nos lanzamos a varias tiendas a buscarlos, se tratan de unas tiendas "similares" a Marti en México, porque son especializadas en deportes y venden súper caro, aunque, debo admitir que los precios de los patines no me parecieron tan elevados, ya que, por la cantidad aproximada de 1,600 pesotes adquirí unos que fueron de mi agrado, espero que sean duraderos.
Ya que teníamos nuestra primera compra del día, fuimos a la "zona de souvenirs por excelencia" que es nada más y nada menos que "Old Montreal", la zona más turística, antigua y con una gran cantidad de ventas de "detallitos" para los seres queridos, sin embargo, al igual que en los lugares turísticos de México, como Acapulco o Cancún ó (o cualquier lugar turístico), suelen haber una gran cantidad de souvenirs clásicos: llaveros, playeras, imanes, gorras, sentí que estuve cerca de encontrar una playera que dijera: "Alguien que me quiere mucho me trajo esta playera de Montreal", como los clásicos souvenirs mexicanos, por lo que en su lugar, a fin de parecer poco romántico pero si muy práctico, decidí llevar: ¡¡galletas para todos!! (y unos llaveros).
Así es mis amigos, ustedes saben que mi selecto grupo de amigos y conocidos es, por así decirlo, bastante reducido, por lo que las compras fueron relativamente rápido, todo en una tienda que se veía de una calidad aceptable, porque sí, como en cualquier lugar hay cosas que se ven de mayor calidad que otras.
Después de las compras obligadas, decidimos degustar unos cafés de un lugar llamado "Mr. Puffs", famoso (bueno, no sé si es famoso), por unas bolitas adornadas con dulces coberturas, como chocolate, miel, cajeta, etc. se parecen a las bolitas que venden en los establecimientos de churros, pero con coberturas diversas, las acompañamos de un delicioso café (tan dulce o más que las bolitas cubiertas, uh la la), todo con el claro objetivo de soportar el terrible frío... bueno, eso más bien es un pretexto porque de que se soporta, se soporta. Para quien no sabe como es este producto pueden ver el menú del changarro aquí
Después de probar esas delicias y de que pudiéramos ver a nuestro amigo IC1, decidimos ir a estrenar "esas" nuevas cuchillas filosas, así que nos lanzamos al famosísimo "lago del castor", en donde en esta época el hielo espera a los entusiastas del patinaje, con un servicio de almacenamiento de mochilas y zapatos, es un sistema de cajones-asientos, ya que te aplastas en la banca para ponerte los patines y una vez que estás listo y te levantas, puedes levantar la tapa y ahí almacenas tus cosas... entonces ya estás listo para salir a divertirte, o salir a caerte, o a divertirte cayéndote.
Los primeros pasos son seguros, pues el piso del chalet en donde se ubican los cajones-asiento, tiene un piso de goma, por lo que los pasos son con confianza, al salir todavía hay un pequeño espacio con este tipo de piso, pero tarde o temprano se termina y llega uno a un pasillo de hielo que lo lleva directamente a la pista, este pasillo todavía tiene un barandal (puesto de manera temporal, no está tan fijo), por lo que hay que salir con cuidado...
El primer paso tuve que hacer con cuidado extremo, como ustedes saben, ya llevo algunos año patinando en ruedas, pero esta fue la primera vez en 22 años que hacía esto, por lo que debía hacerlo así para que no ocurriera una tragedia, una vez que logré controlar el temblor de las piernas, comencé a aplicar mis conocimientos del patinaje sobre ruedas, los cuales funcionaron casi a la perfección, por lo que, después de unos minutos de reconocimiento de lugar, pude establecer movimientos armónicos para desplazarme en la pista... ¡¡Que hermoso es ésto!! Me recordó la manera en la que se deslizan las ruedas en la alameda, con un piso ten liso que el efecto es similar, claro, sin el paso de vendedores ambulantes o personas pidiendo una moneda.
Después de varias vueltas ya estaba cansado, sudado y feliz, ¡esto de patinar es maravilloso!, podría decir que ahí es donde encontré el verdadero amor, así que espero poder hacerlo durante mucho, mucho tiempo.
Así fue el día de hoy, muy enriquecedor como siempre, con mis dos amigos que quiero tanto.
El día de hoy terminó por lo que...
... Seguiremos patinando ...
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