Mi Fuente de los deseos personal

El día avanzaba lentamente, el trabajo era constante, justo tenía unos días que había recibido mis accesos para mi nuevo proyecto así que todo estaba en relativa calma. El objetivo del día de hoy era ir a casa de mis papás para comer y después ayudarle a mamá a preparar la comida de mañana “día de las madres”. Por lo que salí de mi depto. por ahí de las 14:00 hrs., el plan era justo ese, llegar a comer y después ponernos a trabajar en alguna preparación.

Mi salida del departamento transcurrió de manera normal, salí rápido pero cuidando los detalles de siempre: llave del gas cerrada, ventanas bien cerradas, en fin, los cuidados que normalmente uno tiene para abandonar su hogar, pero, no advertí la tragedia que estaba a punto de ocurrir.

El camino es simple, la casa de mis padres se ubica tan solo a 8 kilómetros de mi departamento, por lo que es un trayecto rápido, lo recorrí en unos 20 minutos, pues aunque es corta la distancia, el camino está lleno de semáforos, por lo que uno debe tomarlo con calma, sin embargo a mi llegada todo lucía en orden. Después del saludo protocolario y efusivo, nos dispusimos a comer.

Después de la sopa cuando comenzamos con el guisado y justo en ese momento llegó un mensaje al “chat de WhatsApp” del edificio donde vivo, con un texto que fue algo alarmante:

Vecinos, del departamento 203 o del 204 está saliendo agua por la puerta

Aquí el problema es que mi departamento es el 203, mientras que el 204 es de mi vecina a quien ubico bien y saludo cada que me la encuentro.

Los vecinos enviaron fotos evidenciadoras en donde se podía ver, efectivamente, que había una gran cascada que caía de alguna de las dos puertas, es decir: de mi departamento o del de mi vecina, son puertas que se encuentran una justo después de la otra y no se podía observar de qué lugar estaba saliendo el chorro. Así que me vi en la necesidad de terminar mi guisado en dos bocados y todavía masticando salí corriendo para dirigirme a mi edificio, con el ferviente deseo de que fuera mi vecina la dueña de la fuga, no era por desearle mal a ella, sino que deseaba el bienestar para mí.

Durante mi trayecto de regreso, que, como les dije hace un momento es de unos 20 minutos, comenzó la invasión de mensajes de los vecinos: que si íbamos a llegar alguno de los habitantes de ambos departamentos, que sí cerraban la llave central, y mi vecina me dijo: Vecino, no puedo salir de mi trabajo en cuanto sepa de quién es la fuga avíseme por favor, así que ya mucho más nervioso, recorrí el resto del camino.

Una vez llegando a la unidad departamental, me metí a mi edificio y ¡oh, dios!, la cascada ya era monumental, subí los escalones de dos en dos para apurarme, cada vez el deseo de que la vecina fuera la responsable de esta tragedia se hacía más presente en mi mente, mientras que los vecinos comenzaban a cerrar la llave central para todo el edificio, entonces llegué a mi puerta, la abrí y la escena que vi fue la siguiente:

El agua había inundado mi sala, comedor y cocina (que en realidad son el mismo espacio, ya saben como son los departamentos actuales), al entrar metí las zapatos en agua, que cubría unos dos centímetros de altura, tal vez piensen que no es mucho pero consideren que TODO el departamento tenía la alberca de agua, corrí a mi “llave de paso” (gracias Dios que tengo una), e inmediatamente mandé dos mensajes por WhatsApp

  1. [Chat de vecinos]: Vecinos, el departamento 203 es el del problema, ya he cerrado mi llave de paso por lo que ya pueden abrir la llave general
  2. [Chat directo con mi vecina]: Vecinita, el problema de la fuga soy yo, usted puede estar tranquila

Así que mis fervientes deseos de que no fuera yo quedaron enterrados en el más profundo espacio de mi mente, ¡era yo!, había causado un ligero desastre en el edificio, primero: que vergûenzA, segundo: que desperdicio, tercero: tenía que poner manos a la obra

Puse trapos en la puerta para detener la cascada que ocurría en el edificio, después saqué la vieja grabadora y le puse el viejo iPod Classic, puse la música en aleatorio y le subí el volumen; entonces ustedes se preguntarán: ¿por qué esta decisión?.

La respuesta es simple: el iPod Classic tiene más de 4,000 canciones, necesitaba amenizar la tarde y la labor que apenas iniciaba y no iba a conectar spotify para ir cambiando canciones, dejándole un “aleatorio” al algoritmo de spotify, simplemente la música conocida avanzaría mientras yo trabajaba.

Subí algunos muebles en otros muebles: sillas en la mesa, muebles sin patas sobre muebles con patas, desconecté los cables que se encuentran bajos, los cuales son la mayoría y ahí es donde noté una de las más importantes desgracias:

¡¡¡Mi caja con vinilos se encontraba empapada!!!. Primero pensé que sería una gran desgracia, pero recordé que los vinilos se encontraban en bolsas de plástico, pero aún así fui sacando todos, de uno a uno: las bolsas de plástico estaban sudadas, pero sólo eran unas gotitas y casi nada estaba en desgracia, sólo dos vinilos que (por alguna razón que no recuerdo), no tenían bolsita de plástico. Supongo que se me terminaron y nunca me dediqué a terminar de embolsar todos los discos.

Ahí fue donde Rodrigo sintió el verdadero terror… Saqué “esos” dos discos: Uno era “Gorillaz -Cracker Island-”, para mi fortuna sólo la parte de abajo se mojó un poco, “casi” imperceptible aunque si se le notaba humedad en el “lomito” de abajo, ni modo, a acomodarlo, secarlo y dejarlo en un lugar seguro, mientras que el segundo: “C. Tangana -El madrileño-”. Ahí si ocurrió una desgracia, el agua llegó a humedecer una buena parte del vinilo, ya estaba manchado y bastante mojado, aunque también lo puse a secar, prácticamente lo di por perdido, aunque luego veré como resulta ésto.

Una vez que la parte más crítica de mis cosas fue medio rescatada y la música viejita ya sonaba (el iPod no se actualiza hace un lustro o más), comencé a pensar por dónde iniciar: el agua había llenado TODO: baño, sala, comedor, cocina y las dos habitaciones, hay que comenzar a recoger toda el agua: el primer paso fue sacar todas las jergas disponibles:

Para los que no están familiarizados con la palabra “jerga”, les dejo la definición, al menos aquí en CDMX y alrededores la jerga es el trapo con el que se hace limpieza, es parte del “trapeador”.

Entonces hice uso de todos mis artilugios de limpieza: recogedor, cubetas, jergas y todos los trapos que tuve a mi alcance, llené más de 10 cubetas completitas, que, tristemente tuve que ir desechando sin miramientos.

Después de agacharme a mojar los trapos y exprimirlos en cubetas unas mil veces, cambié la estrategia y con un jalador y un recogedor fui levantando el agua sin tener que agacharme tanto, facilitó las cosas, aunque no aceleró el tiempo, pero la menos fue todo más cómodo.

Ya que había liberado un poco de agua, me acerqué al baño, que es donde detecté que había ocurrido la fuga, y justamente así fue, una manguera del lavabo estaba casi partida a la mitad, que es donde inició todo el desastre, para mi desgracia esa manguera está dentro de un mueble, en donde guardo papel higiénico, pañuelos desechables, medicamento y artículos de limpieza, así que ya se imaginarán la sopa de artículos de limpieza que estaba hecho todo eso, casi inservible todo.

Después de varias horas logré reducir la cantidad de agua, y ya era muy noche cuando todo comenzó a lucir “seco”.

Al final terminé rendido, me dolía absolutamente todo, ya seco el piso empecé a secar los muebles, para que no se quedaran tan humedecidas las patas y las bases y todo lo que había alcanzado el agua y una vez que quedó medianamente limpio, acomodado y seco, sólo saqué unas cervezas y me senté, había terminado la labor a las 23:30 horas, que a las 15:30 parecía interminable.

Así terminó el día, no sé si mañana me pueda levantar pero al menos, logré ordenar todo.

Es todo por hoy amigos, pero recuerden que…

…Seguiremos remojando…

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