Viaje Laboral a Ensenada, Baja Norte

¡Hola amigos!

Bueno, pues debido a los cambios que se suscitaron en el proyecto esta vez me tocó ir a Ensenada. Se trata de una ciudad en el estado de Baja California, que es “casi” fronteriza y se encuentra a dos horas de Tijuana. Todos estos territorios son zonas que yo para nada conocía y ahora tuve esta oportunidad, esto ocurrió porque derivado de que se necesitaban más personas para cubrir todas las ciudades propuestas por el cliente para ir a realizar la implementación, no íbamos a tener la posibilidad de ser muchos “técnicos” en cada CeVe, así que en mi caso me tocó ir con un equipo de uno; así es amigos me tocó ir sólo, solito, solitito a Ensenada.

La ciudad me pareció muy interesante, me da la impresión de que se encuentra en franco crecimiento, pues empieza a tener desarrollos urbanos, industriales y también tiene un puerto, lo cual lo hace muy atractivo como zona comercial, pero eso sí, el mar es bastante frío (no como en Acapulco o en Cancún qué es lo que uno como habitante del centro conoce), pues no amigos, Ensenada es más frío, de hecho fue curioso porque durante mi estancia allá la ciudad amanecía como a 8 ó hasta 6 grados, supongo que es el clima clásico decembrino.

Las cosas estuvieron interesantes porque llegamos (bueno, llegué) a un centro de ventas completamente nuevo, tan nuevo que todavía no tenía mesas ni sillas, entonces todo el trabajo que hice tuve que hacerlo en el suelo, así que parecía que había instalado mi puesto como si se tratara de un tianguis o mercado sobre ruedas, en donde yo puse todos mis dispositivos para prepararlos, se veía muy chistoso. Lo bueno que la gente del CeVe fue muy amable y me apoyaron en la medida de lo posible, también fue curioso porque el supervisor administrativo era nuevo y venía de Puebla, entonces pues no sabía casi nada de nada y tuvimos que apoyarle para todas las cosas que tenía que hacer.

No los aburriré con los temas relacionados al trabajo, pero cambiaron las cosas, ya que tuvimos que reciclar las impresoras viejitas porque ya no había suficientes impresoras, entonces cambiaron las actividades a las de las olas anteriores; aunque fueron algunas actividades “urgentes”, tampoco fue tan grave, claro que estando sólo sí tuve que encargarme absolutamente de todo, lo cual tampoco fue tan tardado porque no llevaba tantos dispositivos (llevaba solamente 15), así que fue suficiente una persona para atenderlo.

La ciudad es curiosa, me da la impresión que viven del turismo estadounidense quienes seguramente viajan en algunas épocas del año, quiero pensar que eso pasa en verano y como ahorita ya no es época de calor, estuvo algo desolado. Hay una avenida principal (bueno, eso me pareció que era una avenida principal). ya que tenía muchos comercios y locales, pero algunos de ellos estaban cerrados, unos parecían estar cerrados temporalmente y otros de plano estaban tenían letreros de “Se Renta”, fueron más locales en estas circunstancias de los que me hubiera podido imaginar lo cual fue un tanto extraño porque a pesar de que parece ser un puerto turístico, se veía algo solitario, uno podía caminar por las calles aparentemente es un lugar muy seguro, pero el tema de que estuvieran vacías sus calles lo hacía a uno desconfiar un poco.

El sábado tuve la oportunidad de pasear en el malecón, esa zona si estaba bastante transitada, ahí me pude subir a un barquito que me llevó a alta mar (claro que nos llevó un recorrido pequeño), pero allí pude ver el atardecer mientras íbamos en el barco, fue realmente hermoso.

La bufadora es un paseo casi obligado en Ensenada, se trata de una falla natural en donde existe un hoyo entre unas rocas que dan directo al mar, por lo que al momento de bajar la marea el agujero se llena de aire y al subir la misma se llena de agua y eso produce la expulsión de un chorro de agua como si se tratara de un géiser, claro que no es un géiser porque es el mar, pero es el efecto que más se percibe en la naturaleza, por eso lo comparé con algo así; este fenómeno es muy interesante; todo este espectáculo se puede apreciar desde un mirador que se hizo para poder mantener a la gente a distancia adecuada del lugar, bastante bien realizado. Lo bueno para muchos y malo para otros es que el último tramo que lo lleva a uno al mirador es una calle “peatonal” y se encuentra llenísima de puestos en donde venden toda clase de “souvenirs” y comida, lo que hace que se vea muy transitado y sobrepoblado, pero al llegar al mirador, todo se vuelve paz y tranquilidad, claro, hay muchos turistas pero en general se ven bastante respetuosos.

Otra situación que encontré extraña es que llegar a la bufadora no es de fácil acceso si no llevas carro, entonces a veces se puede volver un problema porque los taxistas cobran mucho para ir ahí ya que no está tan cerca de Ensenada (aunque tampoco está tan lejos), así que yo opté por irme en transporte público, (no hay un transporte turístico) entonces que tomar dos camiones de transporte público de la ciudad y eso me hizo que fuera un traslado lento, ya que el segundo camión lo tuve que esperar casi una hora, sin embargo logré visitar este lugar icónico de la ciudad

El lunes alcancé a ir rápido por unos souvenirs, de un equipo que por ahora está desaparecido (porque juega en la LNM y no ha habido temporada), son los “Marineros de Ensenada”, ¡Era obligado llevar un objeto de este lugar; ya por la tarde, como siempre ocurre en estos viajes laborales, estuve en el CeVe, allí me tocó ver uno de los atardeceres más espectaculares en el lugar, todo ésto mientras esperábamos a las camionetas Ricolino para que hiciéramos el cierre del día.

El martes terminó la aventura, salí del CeVe un poco tarde porque estábamos esperando una actividad, después corrí al hotel y después caminé rumbo a la terminal de autobuses, ya que salía mi “ABC” (Autobuses de Baja California), de Ensenada rumbo a Tijuana, para tomar el avión de regreso a CDMX. Cuando llegué a la terminal me avisaron que mi autobús estaba retrasado, así que tuve que esperar en unas sillitas todas chafas, pero allí se apareció una de las criaturas más hermosas que he visto, por poco y provoca que me quede a vivir en Ensenada, estuve con ella un rato, jugamos y nos acariciamos y al final la tuve que dejar porque llegó mi autobús; es triste porque sé que la extrañaré por siempre, sólo espero que ella a mí también.

Me trepé el bus y éste hizo mucho más tiempo del que yo esperaba, ¡cuánto tránsito hay en Tijuana!, así que llegué al aeropuerto con el tiempo más justo de lo que pensaba, aunque obviamente me dio tiempo de degustar una hamburguesa “Johnny Rockets” del aeropuerto, más cara de lo habitual, pero sabemos que la empresa paga, afortunadamente. Después de esos saludabilísimos alimentos, me dispuse a abordar el avión, mi vuelo salía a las 18:00 hrs. de allá, por lo que llegaría a las 23:00 horas de acá.

El avión despegó mientras cuando ya había oscurecido, el vuelo fue emocionante porque si servía mi mapa (no sirvió en el vuelo de ida), ahí podía ver sobre qué parte del país íbamos, entonces pude hacer varias fotos, una toda negra que parece sin chiste y donde apenas se aprecia una pequeña luz, el mapa me indicó que era Puerto Peñasco (yo creo que sí), aunque en el viaje de ida también pude tomar algunas fotos que voy a poner a continuación, porque fue muy padre hacer las tomas desde el avión, claro que las fotos no están tan nítidas, pero se convirtieron en la foto del recuerdo.

La verdad es que me llenó de interés ver cómo cruzaba todo el país, eso me dio mucho gusto y fue muy divertido, ya que pude ver como salíamos de Tijuana, cruzábamos parte de la Península de Baja California, después cruzar sobre el Mar de Cortés y posteriormente pasar por un pedacito de Sonora, Sinaloa y cruzar los demás estados, con el mapita del avión me pasé muchos momentos entretenidos.

Entonces llegué, terminó la aventura solitaria, llegué directo a la cama, esta vez no hubo cerveza para relajarme, sólo camita y a dormir.

Fue todo en el penúltimo viaje de esta aventura, es todo por hoy pero recuerden que

…Seguiremos acariciando…

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
🫶🏻

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