Mazatlanazo Parte IV - En el Panamá y en el Faro
¡Hola senderistas y senderistos!
Aquí les va la historia del día de hoy:
Como “seguimos de vacaciones”, la nenorra se levantó un poco tarde, pero el objetivo inicial de hoy era ir a desayunar al famoso Restaurante conocido como “Panamá”, así que salimos rumbo a una de las sucursales que se encuentran en la costera de la hermosa ciudad de Mazatlán. íbamos relativamente bien, un poco de tránsito pero nada grave, hasta que llegamos al restaurante que se encuentra al inicio de la Zona Dorada… y… ¿Qué creen?
Nos dijeron que no había tiempo de espera, ya que el restaurante se encontraba súper-hiper-mega-lleno y casi casi nos recomendaron ir a desayunar a otra ciudad; pero nosotros no claudicamos y nos dirigimos al otro Panamá, que se encuentra dentro de “The Palms Resort”. Así que aceleramos para llegar allá y en el estacionamiento nos dijeron:
Uy no, ya se llenó la sala de espera no hay manera de registrarse para desayunar
¿¿Queeeeeeee?? No lo podíamos creer, ¿De verdad está tan impresionantemente bueno? Estuvimos a punto de rendirnos, pero entonces se me ocurrió una “gran” idea.
Nos fuimos al google maps y me puse a buscar “otros” restaurantes “Panamá” y… ¿Qué creen????
¡¡Encontré otros dos restaurantes más alejados de la bahía!!
Entonces nos arrancamos a uno de esos dos lugares, el maps nos mandó a una ubicación que era en una placita que se veía pequeña; pero después de algunas vueltas y acelerones, llegamos al lugar; nos estacionamos y le preguntamos al oficial especializado en el acomodo y salida de autos (es decir: el viene-viene) por el restaurante “Panamá”, pero escuchamos una respuesta totalmente inesperada:
Uy no, aquí no hay restaurante Panamá, lo único que hay es una “Pastelería Panamá”.
¿Quéeeeeee? Mi súper plan falló???
Nos acercamos a la sucursal, y, efectivamente era una “panadería y pastelería Panamá”, exclusiva para venta de pan y pasteles. Así que nos compramos unos chocolatines que sabían a derrota, la nenorra ya estaba de malas y yo no me podía explicar la razón de que todo estuviera tan lleno. Pero nos acercamos hacia el malecón nuevamente, buscando algo para desayunar, pero al pasar por el Panamá en su sucursal “The Palms Resort”, a la nenorra se le ocurrió una gran idea:
Oye Papá: ¿Y si vuelves a preguntar?
Entonces eso hice y nos dijeron: “Pues ya está más vacío, si quieren se pueden ir a formar” Así que nos estacionamos y corrimos a apuntarnos en la “lista de espera”. Allí una señorita muy amable (y muy bonita) nos atendió, nos anotó en la lista y nos pidió que pasáramos a la “sala de espera”, así que recorrimos un pasillo y en cuánto nos asomamos a la sala de espera nos encontramos con una escena dantesca:
La “sala de espera” era una mega sala tipo IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), con unas 200 sillas al menos. ¡Y se veía casi lleno!. Bueno, no tan lleno pero la mitad si estaba ocupada. Nuestras caras (O al menos la de la nenorra, aunque yo debía estar igual) fueron de susto. ¿A qué hora íbamos a pasar? ¡Chale! Hasta la sala de espera tenía sillas verdes, recordando el color del IMSS…
Pero nos sentamos a esperar, lo bueno que 10 minutos después llegó la “hostess” y mencionó como 10 nombres!! No aparecimos nosotros, pero la “sala de espera” ahora sí quedó medio vacía. Así que un ligero rayo de esperanza inundó nuestros corazones.
Y así fue. Otros 10 minutos más y regresó la hostess. ¡Ahora si fuimos nombrados! Así que ni tardos ni perezosos escapamos de la sala de espera y nos llevaron hasta la entrada del restaurante.
Ya para acceder al restaurante había cierto relajo en la asignación de mesas, pero después de 5 minutos nos lograron ubicar. ¡Ahora sí, vamos a pedir todo!
Bueno, no pedimos todo, pero sí desayunamos-almorzamos-comimos bastante bien, por lo que ahora sí estábamos listos para seguir la jornada. Los alimentos en el Restaurante Panamá si están muy buenos, a un precio justo. Ahora entiendo porque tanta gente quiere entrar.
La mejor parte de esa sucursal es que se encuentra dentro de un hotel bonito, del lado de la playa, por lo que uno puede caminar tranquilamente en la arena y hasta meterse al mar, aunque nosotros no lo hicimos, pero si nos asomamos para disfrutar de la vista. Ya que terminamos el recorrido regresamos a nuestro hotel, para nadar un rato en la alberca. Nos estábamos preparando porque en cuánto empezara a “bajar el sol”, planeábamos ir a escalar esa montañita, ¡ah! porque el faro se encuentra ubicado en una montaña natural al final de la bahía.
Pero la vida nos regaló un día un poquito nublado, digo, no es que no hiciera calor, pero no aturdía tanto el sol, por lo que era el clima perfecto para ir al faro.
Así que nos lanzamos, llegamos 16:40 al pie del faro, lo cual fue un “apenitas” porque supuestamente a las 16:45 es el último horario para subir, así que iniciamos a esa hora.
Según datos en el parque, la primera parte del recorrido es una subida ligera de 750 metros, lo cual recorrimos sin mucho problema, después de eso comienza la subida con una escalinata, la cual tiene 334 escalones, ahí se complica un poco más el ascenso, de hecho si tuvimos que hacer algunas paradas para reponer nuestro aire en los pulmones… La ventaja es que hay pequeños “miradores” en donde uno puede hacer paradas y observar la grandeza del mar. ¡Impressionanti!!
Un buen detalle es que los escalones están numerados (no todos), pero si puedes ir viendo tu avance y la cantidad de escalones que te hacen falta para terminar, eso anima porque vas pensando: ¡me faltan 300!, ¡me faltan 290!, y así sucesivamente hasta que… ¡Al fin llegamos a lo más alto!! ¡Logro desbloqueado! Después de recuperar el aliento recorrimos todos los espacios para admirar el paisaje y por supuesto, hacer nuestras fotografías. Dejaré unas por aquí.
Y la bajada obviamente fue más fácil, pero cuando llegamos hasta el punto inicial ya estaba oscureciendo, por lo que “apenas” llegamos a buena hora, un poco cansados, pero muy sudados; el plan era ir al restaurante que está prácticamente enfrente, que se llama “La Marea”, pero la nenorra comentó que no se sentía cómoda al ir tan sudada al lugar, así que cambiamos el plan y nos fuimos directito al hotel a darnos un baño.
Y nos bañamos para después bajar a cenar al restaurante del hotel, tranquilos, cansados y hambrientos, por lo que la selección de alimentos fue lo de menos, todo nos supo muy sabroso.
¡Y se acabó el día!, cansados decidimos reposar en nuestra habitación y así es como escribí este relato.
Así que ya se acabó porque ya nos vamos a dormir, pero recuerden que…
…Seguiremos escalando…
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