Ya vine de donde andaba… ¡Del potosinazo!
Se me concedió volver…
Bueno amigos, así como dice aquella canción “El ausente”, cuyos compositores son Ramon Ortega Contreras y Felipe Valdez Leal, pero que fue popularizada por el cantante Antonio Aguilar, resulta que ¡¡Al fin!! he regresado a ciudad Laboral, después de estar dos semanotas en S.L.P.
Justo escribí hace tiempo los pormenores de mi aviso de trabajo por 15 días a San Luis Potosí, capital del estado con el mismo nombre.
El trabajo estuvo muy tranquilo, aunque tuvimos que hacer dos horarios de trabajo: Por mi parte me tocaba ir de 7 a 2 y mi amigo GLR tomó turnos de 2 a 10. Aunque casi casi fuimos a calentar los asientos, porque hubo poco trabajo, gracias a que realizamos trabajo fuerte en enero, en Santa Fe, y todos los equipos iban perfectamente configurados, justo para no tener ese tipo de problemas. Lo cuál nos salió bien, porque todo funcionó adecuadamente.
Resulta que San Luis Potosí es una ciudad bastante moderna, con carreteras que te llevan de un lado al otro de la ciudad, de manera más o menos eficiente, aunque justo para ir al sitio de trabajo al que nos tocaba asistir, teníamos que tomar la “Ruta 57”, la cual por las mañanas tiene bastante tránsito, pero en 45 minutos ya estaba yo en el Centro de Distribución.
Por cierto, esa “Ruta 57” es la misma autopista que sale de la ciudad de México y llega a Querétaro, pero además continúa el camino hasta San Luis, luego Matehuala y llega al menos hasta Monterrey. ¡Ojalá pudiera recorrerla algún día en auto!
Las tardes fueron algo productivas estando allá en San Luis, pues tenía que estudiar así que le dediqué algunas horas a ésto, además me dio tiempo para ir al gimnasio, lo cual pude aprovechar para no subir todavía más de peso, además recuerden que fue un propósito 2024, y aunque no hice tanto ejercicio, al menos si movía un poco la panza.
Las dos semanas transcurrieron con normalidad, probamos lugares nuevos para comer, algunos muy ricos, otros normalitos, resulta que el centro de San Luis tiene una pequeña calle peatonal en donde hay varios restaurantes, de los cuales visitamos la mayoría, probando gastronomía potosina moderna. Uno de los restaurantes más recomendables fue “La oruga y la cebada” , gran lugar, con muy buen sazón. Y justo ahí (como que son dos restaurantes del mismo dueño, a uno entras por una escalera y al otro por la otra) está El Papalote. Ambos lugares son súper recomendables, si andan por la zona no dejen de asistir.
Así que como pueden ver, aprovechamos bien la visita a tierras potosinas, hasta fuimos víctimas del “potosinazo”..
Bueno pues no me crean a mí, pero iba yo bien contento en el Uber de regreso al hotel, cuando la conductora, quien por cierto dijo ser chilanguísima, me platicó de muchas cosas acerca de la ciudad, por lo que habló de algo que yo no conocía: El potosinazo. Según ella, ésto ocurre cuando ya conoces a alguien, muchas veces un compañero de trabajo, convives “sólo” en el trabajo con dicha persona y después de un tiempo te lo encuentras fuera del trabajo y allí te pueden ignorar, no te saludan y hasta te esquivan. ¡Sorprendente! ¿verdad?
Aunque yo no lo viví, pero mi amiga ASL si le pasó, justo con una compañera de trabajo en la planta, pero no nos crean a nosotros, pueden ver la siguiente mini cápsula:
Bueno, pues allí pueden ver que si es famoso eso del “potosinazo”, aunque en mi breve estadía aquí yo no lo viví, es más, ni sabía que eso existía.
Así que yo salí tranquilo de la ciudad, sin que me aplicaran algún tipo de desconocimiento propio de la región, contento con la estadía en el lugar y, ahora estoy de vuelta en ciudad laboral (que para estos tiempos ya casi no es ciudad laboral), estaré unos días porque ya informaron que… ¡¡Vamos a regresar!!
Así que aprovecharé porque tarde o temprano iremos de vuelta, pero de ésto les informaré en su momento.
Así que por hoy es todo, pero recuerden que…
…Seguiremos potosineando…
Comentarios