Viaje laboral a Atlacomulco Town

Hola a todos

Pues resulta que la Ola 1.2 (es decir, la segunda salida de agosto), fue en un lugar bastante cercano, nos tocó ir a Atlacomulco, ciudad ubicada a unas dos horas en autobús de Toluca y a unos 40m minutos de Ixtlahuaca; es decir, el camino es: CDMX - Toluca - Ixtlahuaca - Atlacomulco.

¿Y por qué lo explico de esta manera? ¡Ah! pues muy pronto lo van a saber

El viaje comenzó con un autobús que nos pagó la empresa de CDMX a Toluca, en esta ocasión íbamos: RPI, ACZ y yo: éramos 3 para atender 37 vendedores y dispositivos para dos ciudades: Atlacomulco y Maravatío. El viaje fue tranquilo a Toluca, pero para llegar a Atlacomulco teníamos que tomar otro transporte, aunque, en realidad el siguiente destino no era Atlacomulco, ya que el hotel en donde nos hospedaron se encuentra en Ixtlahuaca, la ciudad que se encuentra a unos 40 minutos en auto del Centro de Ventas que nos tocaba atender; aunque, la ventaja es que la capacitación sería en ese hotel, por lo que no teníamos que movernos el día sábado.

Entonces llegamos a Toluca, ahí comenzamos a preguntar acerca del transporte que nos podía llevar a Ixtlahuaca, encontrando que había un autobús de dudosa procedencia que nos podía llevar, así que corrimos a un andén que nos indicaron y procedimos a treparnos al bus, por la módica cantidad de 42 pesos por persona.

¡¡El autobús iba haciendo paradas!! Nos preocupamos un poco, pero lo más grave fue que hizo muchísimo tiempo, casi tardamos dos horas para llegar a Ixtlahuaca, en donde lastimosamente la parada estaba realmente lejos del hotel, bueno, lejos como a 6 o 7 kilómetros, pero no había transporte más que un taxi que nos llevó por el precio que se le antojó cobrar.

Llegamos al lugar, el hotel es el casco viejo de una hacienda, algo descuidado, se ve que tuvo tiempos mejores, pero eso sí, los gerentes presumen que la hacienda era de “Cantinflas”. Esto lo hace interesante porque hay mucha parafernalia del artista: la capa con la que toreaba, fotos de sus participaciones en las películas, estatuas y hasta las cabezas de algunos toros, ya que se dice que en la hacienda criaban “toros de lidia”.

El lugar se encontraba lejos de todo y nosotros debíamos ir hasta la ciudad aledaña para ir al Centro de Venta (CeVe para los cuates), por lo que logramos “amarrar” a un taxista que por la “módica” cantidad de $350.00 nos llevaría a nuestro lugar de trabajo… ¿No le pierdes, amigo? Pero no estábamos para ponernos difíciles, pues estábamos en medio de la nada, así que no había manera de encontrar una mejor negociación.

El viernes logramos llegar con la ayuda de nuestro amigo el taxista carero, aunque llegamos super tarde porque el amigo tenía una dejada antes que nosotros, por lo que tuvimos que esperarlo hasta que se le antojó llegar. Afortunadamente en el CeVe tuvimos un espacio para poder trabajar tranquilos, así que en cuanto terminamos estábamos listos para regresar a Ixtlahuaca. El inconveniente es que, teníamos que hablarle a nuestro taxista con 40 minutos de anticipación, para que llegara por nosotros, cosa que no prevenimos la primera vez, pero aprovechamos para pasar por pizza para cenar a un Little Caesar’s que estaba a kilómetro y medio del CeVe, porque el restaurante del Hotel cerraba temprano y no había manera de cenar allá. Y obviamente no había nada de restaurantes, fondas o tiendas cerca, así que teníamos que prever.

Llegamos caminando al Little Caesar, bajo una leve llovizna y con una carretera no apta para caminantes, pero afortunadamente todos con vida y sin rasguños, sólo un poco mojados; pedimos nuestra pizza y mientras nos hacían la factura el taxi nos llamó, que ya estaba esperándonos. Así que fue una sincronización “casi perfecta”; nos llevó al hotel y en una hermosa mesota degustamos nuestra pizza pizza. (lease con la voz del comercial)

La capacitación fue complicada, ya que no había internet y se dificultaron algunas cosas, pero salió medianamente bien; terminó la capacitación y nos dirigimos al CeVe, pues había que hacer actividades allí, así que, otros $350.00 para nuestro amigo taxista.

Una vez más, regresamos al hotel, esta vez nos preparamos mejor y pedimos en el restaurante que nos dejaran una cena lista, aceptaron el trato y logramos cenar algo rico, aunque estuvo frío, pero escogimos cosas que no supieran tan mal estando frías (yo elegí un club sándwich) y de esa manera no estuvo mal la cena en la noche.

El domingo teníamos libre por la tarde, pero no había nada que hacer en ese lugar, salvo caminar por los enormes espacios de la hacienda, es tan grande que hasta tiene un campos de golf de 18 hoyos, así que ya se imaginarán el espacio por el que se podía andar; sin embargo, yo tenía una misión previa a poder caminar, pues en nuestros kits no llegaron 3 carcasas para los celulares, así que tuve que viajar al centro de Ixtlahuaca, para intentar conseguirlas; después de mucho rato lo logré, afortunadamente en Ixtlahuaca había muchas tiendas de accesorios para celular, muchas más de las que yo me imaginaba que podrían tener, por lo que después de 7 u 8 lugares preguntando, encontré las carcasas parecidas a las que se envían desde santa fe: carcasa de plástico duro de uso rudo, aunque sólo encontré azules, salvo el color hasta éstas se veían de mejor calidad que las que envían desde el corporativo.

El lunes transcurrió sin mayores contratiempos, mis compañeros anduvieron en ruta y a mí me tocó quedarme en el CeVe, pues en el proyecto cambiaron las reglas y ahora se queda una persona a atender de manera remota y a realizar los temas administrativos, lo cuál es útil porque si hay cositas por hacer.

Esta vez se decidió que regresaríamos el martes, por lo que el lunes por la tarde ya nos sentíamos casi liberados, pero de repente nos llegó una llamada del jefe, que decía más o menos así:

Jefe:
Oye nos están pidiendo apoyo para que vayan a Maravatío martes y miércoles
Yo: imposible, ya tenemos los pasajes de regreso para el martes
Jefe: Pues que se pierdan los pasajes, no importa
Yo: Oye pero RPI es de Guadalajara, él perdería el avión ¿está bien eso?
Jefe: Tienes razón, entonces él que se regrese a Guadalajara y a Maravatío van tu y ACZ
Yo: Oye pero ACZ y yo tenemos actividades el miércoles, no nos podemos quedar hasta ese día
Jefe: (Después de pensarlo), Bueno, vayan el martes solamente.
Yo: Oye pero no tenemos como irnos para allá
Jefe: Los va a llevar un Supervisor de allá
Yo: (De mala gana) Ok enterado. Cambio y fuera

Y así fue amigos, resulta que el supervisor se fue a dormir con nosotros a la “Hacienda La Purísima”, así que nos llevó al hotel en su auto, pero cuando llegamos resulta que, por alguna extraña razón la entrada al hotel estaba cerrada con candado… ¡y no podíamos entrar!

Pasaron 40 minutos y nadie nos abría, RPI se saltó la reja para ir a buscar a alguien, logró llegar al lugar pero no encontraba quien nos abriera, hasta que después de mucho intentarlo nos respondieron los gerentes del lugar: Resulta que ellos no estaban, pero habían dejado a los guardias, quienes alegremente cerraron y se fueron a dormir, sin tomar en cuenta que nosotros llegaríamos algo tarde a nuestras habitaciones.

Al fin nos abrieron y entramos, nuestro nuevo compañero de aventura “el gerente” pidió su habitación, le dieron su espacio y todos nos fuimos a dormir. ¡Ah! Cabe aclarar que no había energía eléctrica en el hotel, lo cual dificultó todas las operaciones anteriores.

Dieron las 5:30, hora que nos habían dicho que teníamos que salir para llegar a Maravatío, nos encontramos con nuestro Gerente y salimos rumbo a esa ciudad, después de hora y media llegamos, al parecer habían solicitado más capacitación porque la gente de Maravatío estaba descontenta, ya que no se habían sentidos seguros con la capacitación, aunque al parecer el descontento mayor es que les habían quitado su CeVe de allá, por lo que ahora se tenían que desplazar a Atlacomulco por hora y media, dos veces a la semana. Sin embargo, nosotros ajenos a eso nos encargamos de apoyar en otra capacitación a los vendedores, entendimos el punto porque el punto de reunión era una gasolinera, la verdad es que no estaba padre para los vendedores, pero nosotros nos limitamos a explicarles las opciones que tenían en la aplicación y una vez que se sintieron seguros, decidieron salir a sus ventas, nosotros ofrecimos acompañamiento (casi fuimos obligados), pero como nadie aceptó, de repente vimos que éramos libres!!

Entonces ACZ y yo intentamos pedir un ride a la terminal de autobuses de Maravatío, para poder regresar a CDMX, pero afortunadamente encontramos a dos Ricolinos que viajaban rumbo a CDMX, les pedimos ride y aunque tardaron en aceptar, al final nos dieron el SI y entonces los 4 alegremente nos trepamos al auto compacto de uno de ellos, quien a toda velocidad nos llevó por los intrincados caminos del arco norte, hasta llegar a la autopista México - Querétaro, en donde almorzamos algo y continuamos el camino, para posteriormente tomar el Circuito Exterior Mexiquense, pues nuestro “ride” llegaría a Las Américas, Ecatepec y allí nos dejó. ACZ y yo tomamos un Uber que nos llevó a un rumbo parecido así que me dejó a mí y se llevó a mi compañero, que iba al metro Potrero pues a partir de allí él tomaría una autobús a su casa, y todo nos salió bastante bien.

Y así terminó la aventura en Ixtlahuaca-Atlacomulco-Maravatío, fue toda una experiencia, muy completa, muy campirana, muy audaz.

Y una vez más, me encuentro degustando un destilado de agave mientras escribo ésto, en mi día de descanso después de esa loca aventura.

Lo mejor fueron las fotos del lugar, pero esas se las debo, las agregaré en otro post porque este ya se alargó un poco. Por eso es todo pero recuerden que…

…Seguiremos desolando…

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