Vestido quinceañera

Hola a todos

El día de hoy vivimos una aventura familiar bastante intensa

Resulta que, como ustedes saben, o si no saben se lo imaginan, o si no se lo imaginan se los cuento en este momento: la nenorra está creciendo, tanto que dentro de un breve, corto, pequeño, minúsculo tiempo cumplirá XV años!!!!

Y como ustedes saben, queridos amigos, si es que me leen desde México y Latinoamérica, ese momento es crucial en la vida de cualquier mujer, pues se hacen los preparativos para un grandioso, mayúsculo, exacerbado, grandioso, extremo evento… Así es amigos, la fiesta de XV años, o como se dice en el norte del país: la quinceañera, la cual es una fiesta en donde se “presenta” en sociedad a la hija, el cambio de la niñez hacia la adolescencia y posteriormente la vida adulta.

¿Pueden creerlo, queridos amigos? mi niña, mi pequeña, mi princesa, mi bebé, mi querubín, está por llegar a ese momento de su vida; la verdad es que no siento la velocidad con la que han pasado todos estos años y la vida que le he dedicado a esta mujercita.

Puedo estar un poco melancólico si, pero lo verdaderamente importante es que la nenorra decidió que no quería una gran fiesta, como la sociedad lo ha establecido normalmente, ella prefirió una comida, relativamente pequeña, sólo con su familia, por parte de su mamá son 18 personas y por mi parte sólo somos 4 (contándome a mí), más una amiga de la nenorra con toda su familia, por lo cual llegamos a 30 personas solamente. Así que hemos planeado este evento durante estos días, por lo que hoy, llegó el momento que fuimos a comprar el vestido.

¿Y dónde se consiguen estos vestidos en la CDMX? ¡¡Adivinaron amiguitos y amiguitas!! El mercado de la lagunilla

Para quienes no están familiarizados con la ciudad monstruosa llamada Ciudad de México, CDMX, Distrito Federal, México o como diría mi querido amigo JGC: el monstruito federal, la lagunilla es un espacio en el norte del centro de la ciudad, el cual es conocido por su venta de diversos productos: zapatos, vestidos, disfraces, trajes para eventos sociales y vestidos de bodas y quinceañeras, todo a un módico precio, no tan módico pero diríamos que accesible.

El mercado es como un mercado común y corriente, es decir, una gran construcción rectangular, con pasillos y pasillos y pasillos, en cada pasillo hay puestos y puestos y puestos, todos, Todos, TODOS, TODOS, TODITITOS, bueno, casi todos, dedicados a la venta de vestidos, justo como se aprecia en la siguiente foto (la cual no es mía, la tomé prestada de https://mexicocity.cdmx.gob.mx/venues/mercado-de-mixcalco/?lang=es

Además de ésto, el dicho mercado se encuentra muy cerca del “barrio bravo”, mejor conocido como Tepito, zona también conocida por su poca seguridad, su mucha venta de productos diversos: ropa, zapatos, electrónica diversa, droga y una interesante gastronomía centrada en las cervezas: licuachelas, kittychelas y en general micheladas en distintos recipientes y con docenas de “toppings” que la vuelven toda una “riqueza” gastronómica y cultural

Ejemplo de Kitty Chela, tomado de: https://aderezo.mx/sabores_urbanos/ya-es-fin-de-semana-sabes-que-son-las-kitty-chelas/

Bueno, pero no nos salgamos del tema, aunque ya se me antojó una Kitty de éstas, el caso es que estuvimos en ese lugar, la nenorra viendo muchos vestidos y probándose algunos, con la mayoría se veía muy bonita, pero eligió uno con el que particularmente se veía muy, muy bien; pero, como ustedes se imaginarán, o tal vez ya saben, estos vestidos no están hechos “a la medida”, por lo que después de probárselo hay que hacer algunos ajustes, más tela por un lado, menos tela por otro, corpiño más abierto, más cerrado, subir un poco el dobladillo, en fin, algunos ajustes normales; la ventaja es que estos establecimientos normalmente te incluyen los “ajustes” como parte del precio.

Y como obviamente nosotros necesitamos algunos ajustes, nos desplazamos a la zona de las costureras… resulta que nos sacaron del mercado y nos llevaron por callecitas de las afueras del mercado de la lagunilla, zona que no se destaca por ser bonita, allí empecé a dudar pues llegamos a un edificio que parecía más un candidato a demolición que un negocio como tal, aderezado con unos marihuanos que se encontraban afuera (aunque, sé que ésto no es un problema pues suelen ser inofensivos, sólo explico la escena); subimos unos escalones que tenían restos de tela, hilos y polvo por todo el suelo, como que no barrían allí hace algunos años; después de subir como 4 pisos llegamos a la zona de las costureras, un lugar en donde nos dejaron pasar por una puerta destartalada, allí empecé a sudar frío pero justo adentro había unos sillones con bastante gente dentro: claramente otras quinceañeras que fueron a los ajustes de los vestidos, ya saben: mamás, papás, jovencitas con hermanas o amigas que fueron a buscar y comprar el vestido ideal para ellas, por lo que nosotros pasamos a formar parte de esa fila, nos ubicamos en una parte del sillón y allí esperamos a que un costurero nos atendiera con los ajustes de la preciada prenda de la quinceañera.

Esperamos un tiempo relativamente razonable, calculo que poco menos de una hora, al final el vestido quedó justo como la nenorra lo quería, por lo que salimos felices del lugar, con la prenda en nuestras manos, la liquidamos y salimos corriendo del lugar, no por miedo, sino por precuación.

Salimos de allí y tomamos el metro para ir hacia Bellas Artes, pues allí dejamos el auto para mayor comodidad, llegamos allí pero durante la espera no comimos nada, (salvo unas botanas que compramos por ahí), así que nuestra siguiente misión era comer algo, pero, eso se los contaré en la próxima publicación, así que por lo pronto es todo, pero recuerden que…

…Seguiremos hilvanando…

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