Primer día como residente en Sauces
-Esta entrada debió ser publicada el 1 de junio del presente- =P
Así es, resulta que Totoltepec ya no fue suficiente para mi, bueno más bien fue al revés, yo no fui suficiente para Totoltepec, debido a que la renta me empezó a costar trabajo... y así fue como un amigo me dijo ¡Pues compartamos gastos, pero no aqui sino en sauces!.. Entonces entre que el trabajo está más cerca y entre que me gustan los cambios, acepté la propuesta y decidimos movernos unos cuantos kilómetros.
La nueva aventura comenzó al intentar contratar una mudanza, aquella que estaba en la entrada de la colonia pareció ser la mejor, sobre todo porque era la única, y al acercarnos al camión y encontrar al empresario dueño del negocio transportador, recostado con su chalán durmiendo una rica siesta, decidimos que era la mejor que podíamos escoger, pues obviamente estaban ahorrando energía para la dura labor: la transacción se llevó a cabo con un "Pero adelántenme $100 para la gasolina", y felices regresamos al trabajo esperando que diera la hora pactada para realizar la mudanza.
Todo ocurrió casi sin tropiezos, excepto porque comenzaron a quejarse nuestros empresarios de que no les dijimos que bajaban las cosas de un primer piso y las subían a otro igual, pero hicimos caso omiso de la queja y ellos siguieron chambeando con singular alegría; conocimos algunos trucos mudanceros como el uso del "sincho" y la solicitud de apoyo a los contratistas....
La llegada fue entrando la noche, de tal manera que solo nos quedó tiempo para acomodar las camas y descansar, total, ya tendríamos otro día para iniciar las labores de acomodar todo dentro de la casa... Labor que -por cierto- aún hoy no termina.
Así es, resulta que Totoltepec ya no fue suficiente para mi, bueno más bien fue al revés, yo no fui suficiente para Totoltepec, debido a que la renta me empezó a costar trabajo... y así fue como un amigo me dijo ¡Pues compartamos gastos, pero no aqui sino en sauces!.. Entonces entre que el trabajo está más cerca y entre que me gustan los cambios, acepté la propuesta y decidimos movernos unos cuantos kilómetros.
La nueva aventura comenzó al intentar contratar una mudanza, aquella que estaba en la entrada de la colonia pareció ser la mejor, sobre todo porque era la única, y al acercarnos al camión y encontrar al empresario dueño del negocio transportador, recostado con su chalán durmiendo una rica siesta, decidimos que era la mejor que podíamos escoger, pues obviamente estaban ahorrando energía para la dura labor: la transacción se llevó a cabo con un "Pero adelántenme $100 para la gasolina", y felices regresamos al trabajo esperando que diera la hora pactada para realizar la mudanza.
Todo ocurrió casi sin tropiezos, excepto porque comenzaron a quejarse nuestros empresarios de que no les dijimos que bajaban las cosas de un primer piso y las subían a otro igual, pero hicimos caso omiso de la queja y ellos siguieron chambeando con singular alegría; conocimos algunos trucos mudanceros como el uso del "sincho" y la solicitud de apoyo a los contratistas....
La llegada fue entrando la noche, de tal manera que solo nos quedó tiempo para acomodar las camas y descansar, total, ya tendríamos otro día para iniciar las labores de acomodar todo dentro de la casa... Labor que -por cierto- aún hoy no termina.
Comentarios